🌍 Política y Desinformación: cómo la Inteligencia Artificial y los algoritmos manipulan la opinión pública

Vivimos en una era donde la política ya no se juega solo en el Congreso, la televisión o la calle. Hoy, gran parte de la batalla se libra en un terreno invisible para muchos: las redes sociales y los algoritmos que las gobiernan.

Vivimos en una era donde la política ya no se juega solo en el Congreso, la televisión o la calle. Hoy, gran parte de la batalla se libra en un terreno invisible para muchos: las redes sociales y los algoritmos que las gobiernan.

Pero no nos engañemos: la manipulación de la información no es un fenómeno nuevo. Lo que ha cambiado es la escala, la velocidad y la precisión con la que ahora puede ejecutarse.

📜 La desinformación: un arma tan vieja como la política

La historia está llena de ejemplos donde la información fue usada como instrumento de poder:

Imperio Romano: Julio César y sus rivales políticos utilizaban panfletos y rumores para ganar el favor del pueblo. El relato era tan importante como la victoria militar.

Edad Media: la Iglesia y las monarquías controlaban lo que se podía leer y publicar. La imprenta, inventada por Gutenberg en el siglo XV, multiplicó esa capacidad. Permitió difundir la Reforma protestante, pero también la Contrarreforma, demostrando que cada revolución en la información abre tanto caminos de libertad como de manipulación.

Prensa amarilla en el siglo XIX: periódicos sensacionalistas en EE.UU. manipularon hechos para empujar a la opinión pública hacia la guerra con España en 1898. La frase “You furnish the pictures and I’ll furnish the war” (atrib.) muestra hasta qué punto la prensa podía moldear la realidad.

Siglo XX:

  • En la Alemania nazi, Joseph Goebbels, ministro de propaganda, mostró cómo los medios masivos podían moldear la percepción de toda una nación.
  • Durante la Guerra Fría, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética construyeron maquinarias propagandísticas para instalar narrativas y debilitar al adversario.

En cada época, la información fue poder. Y quienes supieron controlarla, controlaron también a las masas.

🤖 Lo que cambió con la tecnología

Hoy la diferencia no está en la intención (convencer, manipular, dominar), sino en las herramientas:

  • Velocidad: antes un rumor podía tardar días en instalarse; hoy, un hashtag puede llegar a millones en minutos.
  • Escala: la propaganda del pasado dependía de imprentas o radios; hoy basta con granjas de bots distribuidas en la nube.
  • Precisión: antes los mensajes eran generales; hoy, gracias a la segmentación algorítmica, cada persona puede recibir un mensaje político a medida de su perfil psicológico.

En otras palabras: la política pasó de los discursos en la plaza pública a los algoritmos que deciden qué vemos en nuestro feed.

🛠️ Cómo funciona la manipulación digital (en sencillo)

Bots: programas que simulan ser usuarios reales para dar “me gusta”, compartir mensajes o atacar a rivales. Una persona puede manejar miles de cuentas automatizadas.

Granjas de cuentas falsas: oficinas físicas, como las famosas “troll farms” en Rusia o Filipinas, donde decenas de operadores controlan cientos de perfiles a la vez.

Segmentación algorítmica: con datos de edad, ubicación, intereses y hasta estado de ánimo, los mensajes políticos se personalizan. Ejemplo: a un votante indeciso le muestran un discurso “moderado”; a un votante radical, uno más duro.

Deepfakes y contenido manipulado: videos creados con IA que ponen palabras en la boca de alguien que nunca las dijo. El problema no es solo que engañen, sino que generan desconfianza generalizada: ya no sabemos qué es real.

Algoritmos de recomendación: las plataformas premian el contenido polémico porque genera más interacción. Eso significa que las noticias falsas y emocionales se difunden más rápido que las verdaderas.

El resultado: ruido, confusión y la ilusión de apoyo masivo, incluso cuando no existe.

🌎 Ejemplos recientes en el mundo

Chile: José Antonio Kast ha sido acusado de usar redes de bots para atacar a sus rivales y amplificar su imagen. Aunque las pruebas han sido debatidas, informes académicos han detectado patrones anómalos en campañas digitales.

EE.UU.: el caso de Donald Trump es paradigmático. Su campaña de 2016 se benefició del escándalo de Cambridge Analytica, donde datos de millones de usuarios de Facebook se usaron para construir perfiles psicológicos y enviar mensajes políticos personalizados. Fue la primera gran demostración de que “los datos son el nuevo petróleo” en política.

Brasil: Jair Bolsonaro construyó parte de su movimiento a través de WhatsApp y redes sociales, donde cadenas de noticias falsas circularon sin control. El fenómeno mostró cómo las plataformas cerradas también pueden ser armas de manipulación.

India: uno de los países más grandes y activos en redes sociales. Las campañas políticas se apoyan en ejércitos digitales para impulsar tendencias en Twitter (hoy X) y difundir mensajes nacionalistas.

Israel y Palestina: en un contexto de guerra, la información se ha convertido en un arma más. TikTok, X y Meta han sido acusadas de amplificar propaganda disfrazada de opinión ciudadana.

Rusia y Ucrania: Rusia ha usado granjas de trolls para influir en elecciones extranjeras y en la narrativa de la guerra. La desinformación ya no se limita a su territorio: busca moldear la opinión mundial.

🏛️ Qué hacen los gobiernos

Cada país responde de manera distinta:

  • Europa: con el AI Act y la Ley de Servicios Digitales, busca regular la IA y obligar a las plataformas a ser más transparentes.
  • EE.UU.: el Congreso interroga a los gigantes tecnológicos, pero aún falta una regulación unificada. La influencia del lobby es fuerte.
  • América Latina: la fiscalización es débil, lo que deja espacio para campañas digitales sin control. Esto convierte a la región en un terreno fértil para la manipulación.
  • China: modelo opuesto: control estatal total de la información, donde la propaganda oficial domina y la disidencia digital es censurada de raíz.

⚖️ El desafío hacia adelante

La gran pregunta ya no es si la IA estará en la política, sino cómo aseguramos que no destruya la confianza en la democracia.

Algunos pasos son urgentes:

  • Transparencia: las plataformas deben mostrar quién financia anuncios políticos y cómo funcionan sus algoritmos.
  • Educación digital: la ciudadanía necesita herramientas para detectar manipulación y distinguir fuentes confiables.
  • Regulación global: sin acuerdos internacionales, los vacíos legales permiten que la manipulación digital se expanda sin límites.
  • Ética en el uso de IA: los partidos y gobiernos deben comprometerse a no usar estas herramientas para engañar, aunque la tentación sea grande.

🗣️ Reflexión final

Desde Julio César hasta los deepfakes, la historia repite la misma lección: la información es poder.

Lo que cambió fue el campo de batalla. Ya no son panfletos ni radios, sino algoritmos invisibles que deciden lo que vemos y lo que creemos.

Lo que está en juego no es solo quién gana una elección, sino la calidad de la democracia misma. En un futuro gobernado por datos y algoritmos, debemos asegurarnos de que trabajen a favor de la ciudadanía y no de unos pocos con más poder o dinero.


📚 Artículos en español

“Guerra de información: bots políticos en las redes sociales” (ComplyCube, septiembre 2024) Un análisis claro sobre el funcionamiento y los efectos de los bots políticos, incluyendo casos concretos como el Brexit (bots del referéndum), así como propuestas de verificación y detección de cuentas falsas. URL completa

“Anatomía del bulo electoral: la desinformación política durante la campaña del 28-N” (CIDOB) Examen detallado de estrategias de desinformación en campañas electorales en España, con estudio de verificadores como Maldita y Newtral. URL completa

“¿De qué hablamos cuando hablamos de desinformación?” (Moncloa, agosto 2025) Explicación impecable de términos clave como bulos, desinformación y cómo afectan el discurso público. Ideal para contextualizar conceptos en tu post. URL completa


Atrévete a imaginar, crear y transformar.


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