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Sobre mí

🟦 Capítulo 1: Entre módems y tropiezos

¿Por qué escribo esto?

La verdad… no lo tengo del todo claro. Como tampoco tengo claras muchas otras cosas de la vida. Pero quizás eso es justamente lo que la hace tan interesante: no saber qué nos depara el futuro.

Quisiera contar un poco sobre mí, para que me conozcan mejor. Lejos de ser un experto en algo, me considero más bien un luchador… y un soñador.


Los primeros años

No tuve una infancia difícil, pero tampoco la mejor. Crecí con mi familia en Chile, en un pequeño pueblo del centro llamado Quillota. Perdí a mi padre cuando era muy pequeño, y aunque uno no se dé cuenta a esa edad, esas cosas te marcan para siempre. No lo digo con tristeza ni como víctima. Creo firmemente que todo lo que nos pasa tiene una razón especial.

Como seres humanos, somos esclavos de la experiencia: necesitamos vivir para entender, pasar por procesos para crecer. Es un círculo sin fin.


🎮 El Atari que cambió todo

Nunca fui el mejor estudiante. Lo mío era andar por ahí: deporte, amigos y descubrir cosas nuevas.

Cuando tenía 6 años, en 1990, en mi casa compraron un Atari. Para quienes no lo conocen, el Atari era básicamente una consola de videojuegos que en ese entonces se sentía como tener un PlayStation 5… solo que los juegos tardaban dos horas en cargar y a veces ni arrancaban si no soplabas el cartucho como un experto chamán tecnológico.

Mientras tanto, podías jugar al clásico de las barras y la pelotita. Lo peor era cuando fallaba la carga: había que empezar todo de nuevo. ¡Paciencia nivel dios!

Atari 2600 Pong

Si eso fallaba, aún teníamos la gloriosa televisión con tres canales. Recuerdo que mi vecino tenía la serie de Batman de 1966, esa con los puñetazos que decían “¡POW!” y “¡ZAP!” en pantalla. ¡Qué tiempos aquellos! Todo era más lento, más simple… pero de alguna forma, también más mágico.

Batman 1966

Treinta y cuatro años después, tenemos máquinas que procesan millones de datos por segundo. Es realmente increíble lo rápido que todo pasó. Y para mí, fue como si ayer nomás estuviera esperando a que cargara el juego de la rana cruzando el río.


📞 Cuando el teléfono era el enemigo

Mi adolescencia… qué etapa. Miles de cambios personales, pero también mundiales.

Por primera vez, personas comunes podían acceder a Internet. Recuerdo que en casa teníamos un módem US Robotics de 56kbps. ¡Fui feliz creyendo que tenía una tremenda máquina de datos!
Esto fue por ahí por el año 2000, cuando se comentaba que el mundo terminaría con el cambio de milenio…

Age of Empires II

Aún recuerdo cómo le rogaba a mi mamá que no levantara el teléfono, porque me desconectaba del Age of Empires II online. Y si alguien llamaba, ¡quedábamos con un jugador menos!

En unos pocos años, pasamos de jugar Atari a estar conectados con gente de todo el mundo, guerreando imperios online.


🎓 La universidad: donde aprendí que no sabía nada

Terminar el colegio fue una etapa increíble. Qué lástima no darse cuenta en ese momento de lo bien que lo estás pasando.

En Chile, cuando terminas la escuela, hay una presión social fuerte por entrar a la universidad. Yo tenía 18 años, y lo único que sabía era que quería seguir carreteando con mis amigos… y estudiar algo relacionado con tecnología.

Pasé por varias carreras. No fue fácil. Cuando uno es joven, cuesta saber qué quiere hacer el resto de su vida. Y la verdad… incluso hoy, ya no tan joven, a veces me hago la misma pregunta.

Finalmente terminé Ingeniería en Telecomunicaciones y Redes. Aprendí muchas cosas, sobre todo de la vida. Vi cómo mi mamá se esforzaba pagando las mensualidades. En ese entonces pensaba que era su obligación. Con el tiempo entendí que no lo era: era amor incondicional.

Y también descubrí que lo mío no era tanto programar, sino ver cómo se conectaban los equipos, cómo se comunicaban las redes. Eso me apasionaba.


💼 El primer despido: cuando la vida te da una bofetada

A los 26 años, pasaron dos cosas que marcaron mi camino: conocí a mi actual esposa y comencé mi historia laboral.

Un amigo me ofreció trabajar como ingeniero de instalaciones en una empresa emergente de telefonía IP. Acepté. Quizás también porque necesitaba generar ingresos y poder tener citas, vacaciones, planes… con quien sería la madre de mis hijos.

En esa empresa, Tecnoera, trabajé un año. Mi jefe renunció y me recomendó como su reemplazo. A solo un año y medio, me promovieron a Jefe de Instalaciones. Tenía gente a cargo, lideraba las instalaciones, hablaba con clientes. Me gustaba mucho.

Pero no todo fue perfecto. Después de 3 años, me despidieron. Nunca me dijeron claramente por qué. Fue un golpe duro a mi autoestima. Ya vivía con mi pareja, no podía volver a la casa de mi mamá. Tenía que seguir.

Bofetada

🔄 Caer y levantarse

Pasé por un trabajo en Valparaíso. Duré solo un mes y renuncié. Descubrí que en Internet se puede tener una web hermosa… pero vender humo.

Mal trato a los clientes, mentiras… aprendí lo que no quiero hacer nunca. Esa empresa ya no existe en mi CV.

Volví a quedar sin trabajo. Por suerte, durante mi tiempo como jefe había hecho buenos contactos. Y eso es clave: mantener relaciones, cuidar tu red.

Conseguí trabajo en Santiago. El sueldo no era malo, pero no alcanzaba para lujos. Tuve que irme solo; mi pareja seguía trabajando en Quillota.


💡 Reflexión del Capítulo 1

“A veces los tropiezos son escalones disfrazados. El Atari me enseñó paciencia, el módem me conectó al mundo, y el despido me enseñó que la resiliencia es más importante que el talento.”


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